Reflexiones de una dermatóloga feliz
DOI:
https://doi.org/10.47196/da.v31i3.2954Palabras clave:
reflexiones, dermatologíaResumen
“¿Cómo ser un dermatólogo feliz?”, se preguntaba Françoise Poot desde Bruselas en un artículo que leí en un ateneo hace más de 20 años. En momentos donde la responsabilidad profesional y las jornadas laborales abruman, nuestra satisfacción personal puede no ser considerada, y esta se encuentra inexorablemente unida en un círculo virtuoso a la satisfacción de los pacientes que asistimos.
Ellos buscan diagnóstico, pronóstico y cuidados con el profesional con quien establecen una relación. Y cuando mejoran gracias a nuestro cuidado, incrementa nuestro nivel de satisfacción, y en esta situación se percibe menos la dificultad que su patología puede representar (muchas veces crónica y que afecta su calidad de vida). Y como los pacientes de los facultativos satisfechos suelen estar felices con el cuidado que reciben, cuanto más felices somos, más lo son nuestros pacientes.
La dedicación a la docencia brinda otra satisfacción adicional: para enseñar hay que entender acerca del objeto de estudio, algo que no se consigue sin esfuerzo, para convertirse así en un mediador pedagógico que enseña a pensar, que propicia la crítica constructiva, que apunta a enfrentar retos desde la innovación y la creatividad, y que posibilita soluciones adaptadas al contexto de atención. Los discípulos, al igual que los hijos, son una oportunidad de trascendencia. Y esta es otra razón para estar felices.
La educación del paciente (la educación terapéutica) también es fundamental en la dermatología clínica; cada estrategia educativa tiene sus propias ventajas y desventajas, por lo que el uso combinado fomenta la repetición y optimiza el aprendizaje individual, aunque el riesgo de las fuentes de información contradictorias y de sobrecarga informativa debe considerarse. La adherencia al tratamiento depende en gran medida de este intercambio.
Sin desmedro de que toda actividad asistencial y docente merece una retribución justa, el placer por la tarea bien cumplida, alivian la carga bíblica del trabajo y es fuente de alegría y comunión con todos aquellos que de forma altruista fueron nuestros maestros y permanecen vivos en nuestros corazones y en nuestras acciones.
Citas
I. Poot F. How to be a happy dermatologist. Dermatol Psychosom. 2004;5:112-3.
II. Zirwas MJ, Holder JL. Patient education strategies in dermatology: part 2: methods. J Clin Aesthet Dermatol. 2009;2:28-34.
III. World Health Organization Regional Office for Europe. Therapeutic patient education: an introductory guide. Copenhagen: WHO Regional Office for Europe; 2023. License: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.
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